La miel, ese fluido dulce y viscoso, producido por las abejas , a partir de diferentes flores y plantas, posee infinidad de propiedades curativas y medicinales.
La miel, posee un equilibrio entre fructosa y glucosa, gracias a esto, cuando la consumimos, el porcentaje de fructosa, permite que el hígado capte la porción restante de glucosa. Esto produce un descenso de azúcar en sangre. También hay que destacar que la miel está contraindicada para las personas que sufren diabetes.
Contiene fructooligosacáridos, por esta razón, actúa en el cuerpo humano con un efecto laxante, siendo muy eficaz en caso de estreñimiento.
Actúa como antibacteriano, antimicrobiano y antioxidante, por ello se convierte en un remedio casero contra catarros.
Por su poder antiinflamatorio, resulta muy adecuada a la hora de calmar el dolor de garganta. Dependiendo de la planta con la que se haya elaborado la miel, ayuda a descongestionar. Ideal para la irritación de garganta, combinada con limón.
El azúcar que compone la miel, ayuda a que el triptófano (regulador del sueño y el placer), entre con mayor facilidad en el cerebro, lo que permite la secreción de la melatonina (hormona que regula el ciclo diario del sueño).
Por su alto contenido en nutrientes, que actúan como antioxidantes, la miel favorece a reforzar el sistema inmunológico.
Por todas estas razones, si deseas disfrutar de cualquiera de las bondades antes mencionadas de la miel, puedes tomarte una o dos cucharaditas diarias, o si lo prefieres, mezclarla con limón.
